8.28.2007

Las ciudades invisibles dentro de la Ciudad de México. -teo_exhibicionismo urbano en el intersticio-

Las ciudades invisibles dentro de la Ciudad de México. -teo_exhibicionismo urbano en el intersticio-
Franco Anzures Tapia


He hablado de: una visión fractal de la ciudad contenida en otra de tipo rizomático; no sólo el policentrismo [varias ciudades dentro de una misma] sino también una bipolaridad donde oscilamos entre la ciudad real y la ciudad imaginada; la no percepción de acontecimientos que determinan ciertamente a la urbe y la necesidad por descubrir dichas percepciones como cartografías [ciudades invisibles]; los componentes urbanos que conforman el lugar donde habitamos y el surgimiento de ciertas constantes o protagonismos hasta nuestros días [religión-templo]; los sitios atrapados en un entre-dos [intersticios] que dan cabida a otra forma de componentes urbanos; los montajes que de todo esto se puede lograr de modo arquitectónico y urbano.

Básicamente, deseo que esta investigación permita distinguir otras formas de apreciar la ciudad de la que formamos parte.

Es así como surge la hipótesis: La Ciudad de México está formada por una suerte de fractalidad -varias ciudades dentro de la misma-. Muchas de ellas están bien conformadas dentro de su contexto, mientras que otras requieren de un esfuerzo imaginario para que surjan de entre su confusa dinámica urbana. Es en los intersticios de la ciudad donde se presentan las posibilidades más ricas para el descubrimiento de estas otras “ciudades invisibles” [que existen dentro de…].

¿Cómo puede suceder esto? Ítalo Calvino nos lleva, por medio de sus narraciones, a apreciar las ciudades a manera de subjetivaciones. Nosotros como cámara móvil nos desplazamos a través de ellas, reconociendo recorridos, de la mano del viajero, percibiendo eventos que impactan por el hecho de desconocer.

Me interesa esta postura ya que entonces veríamos con más facilidad las bondades de experimentar en conjunto los lugares ajenos a nosotros. Los lugares perdidos a los que me he referido y que ahondando en su análisis han devenido justamente la no-ciudad, donde es la urbe, y no la ciudad, como señala Lefebvre, la que se encarga de producir las nuevas territorializaciones que, a su vez, devienen en representaciones ya sea simbólicas, ideológicas, físicas, etc. mediante las cuales la sociedad se identifica como cultura. Se generan despliegues, creencias, rituales… con la finalidad de protección, de entre muchas, una protección divina.

Uno de estos despliegues lo podemos notar, desde la edad antigua, en los edificios dedicados a la profesión de la fe y veneración de los dioses, los templos. Estas construcciones o componentes religiosos no eran más que residencias cuya función era la de exponer o exhibir [en el caso de Roma] las réplicas de los dioses, así como ser el vestíbulo de las ofrendas y sacrificios. Esto no dejaba de lado el papel que, en el fondo, la clase religiosa pretendía: la de simbolizar [y ejercer] poder y prestigio de la nación. El edificio religioso [que también ordena, orienta, mueve y relaciona] exhibía la grandeza del imperio.

El templo hace la función de exhibir, tanto o más que un museo. Y en el caso del museo, la idea sería la misma: la de renovar la espiritualidad. Ambas funciones se entremezclan y qué tanta razón tiene Consuelo Farías, cuando estudia esos otros espacios de Rem Koolhaas y se adentra al mundo de los edificios de exhibición distinguiendo que éstos, y en particular el museo, sustituyen en muchos casos a los templos debido a que actualmente, por el modo en cómo se atiende la cultura hoy en día y cómo avanza, son vistos como sitios alternativos de renovación intelectual y espiritual.

Es interesante cómo esta noción quedó atrapada en las ciudades casi como código de ADN [aunque no nos damos cuenta] y cómo se puede lograr identificar cierta zona o sector en cualquier parte de una ciudad a través del elemento arquitectónico de tipo religioso; el caso que me interesa: el templo como ruta de salvación del peregrino. La ideología religiosa queda así impresa en nuestra mente de manera que, junto con muchos otros componentes urbanos, somos capaces de graficar en mapas, cartografías “reales”, que no son más que el resultado de las primeras cartografías imaginarias.

Estos componentes que forman ciudad y que son localizados sólo mediante el paso y la experiencia a través de ellos son también inmortalizados en el arte. Pero qué hay de los otros espacios que también, a modo de autosemejanza y multiescalaridad, surgen en sectores menos conocidos o no tan experimentados. ¿Cuáles son estos sectores, dónde están? Es a lo que me he referido con anterioridad como los intersticios, o los espacios a modo de grietas [los perdido, la no-ciudad] que surgen del choque entre dos y van desarrollándose como rizomas, y con todos los principios que ellos implican [tal como lo describen D&G].

Todo esto me lleva a pensar en puntos de intercambio temático que tienen la misión, así como Roma, de apropiarse de un espacio otro [heterotopía]. Encontrar eso no es fácil, pero sí evidente. Y descubrir esta pérdida o visualizar esta aparente invisibilidad entre dos fuerzas [intersticio] es al mismo tiempo una tarea de lo que Eisenstein nos muestra como montaje [yuxtaposición secuencial de planos]. Será paranoia o simple coincidencia pero la interpretación de todo esto, junto con lo que se podrían denominar diálogos, incongruencias o hechos falsos, nos va preparando una ensalada de conceptos, aparentemente fuera de campo, que se mezclan y nos permiten comprender mejor todo el movimiento urbano.

Encuentro así, dos personajes conceptuales: la ciudad y el templo. Ambos, jugando a ser metáforas, fractales e invisibles. La hipótesis continúa diciendo que: por medio de un acercamiento distante zoom [distorsión escalar] podemos observar que el templo muta y se disemina en un teo-exhibicionismo urbano [como visión de existencia] compuesto por capillitas o altares callejeros: puntos de intercambio temático y territorialización socio-espacial.

Pero ahora bien, para realmente poder apreciar una fractalidad ideológica de esta magnitud se debe estudiar desde el génesis urbano para encontrar una relación desde el centro ceremonial, hasta ver el paso de este centro ceremonial por la historia, y sobre todo, por la de nuestro país para observar la relevancia y representatividad del elementos arquitectónico religioso [en nuestro caso, cristiano]. Una manera de hacer esto será gracias a mapas y códices. Otra, a través de la experiencia de significados, diagramas, usos y funciones que los altares callejeros dejan como huellas.

¿Puede entonces existir una estructura, componentes socioculturales-callejeros, que nos remonta al génesis de la ciudad: el templo posible infinitamente repetido en prácticamente cualquier parte del espacio en la ciudad, principalmente en los intersticios?

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